DOMingo 23 DE OCTUBRE 2011
Llevo días planeando escribir este post, pero cuando llega el momento de hacerlo (en la cama, cuando los niños ya duermen) me siento tan superada por los pequeños y grandes acontecimientos de cada día que no me quedan fuerzas para poner por escrito lo que está pasando.

Me gustaría dedicar un momento para explicar exactamente por qué esta intervención es tan importante para nosotros y por qué ha sido tan duro tomar la decisión. El neuroblastoma es sistémico: por eso es tan letal, y por eso en su fases avanzadas hay una tasa de recaída tan alta. Cuando un niño completa el tratamiento de primera línea, se le considera NED (sin evidencia de enfermedad): esto significa que, hasta donde pueden ver ellos con diagnóstico por la imagen y pruebas microscópicas, no hay rastros de la enfermedad, pero incluso así no hay manera de medir la enfermedad mínima residual (EMR). Por eso, nuestro gran miedo es que siempre quede algún residual mínimo escondido capaz de provocar una recaída en cualquier momento. Por eso la terapia de anticuerpos es tan innovadora. La idea es que, si puedes enseñarle al cuerpo a identificar las células de neuroblastoma como intrusas y por lo tanto a atacarlas, habrá menos probabilidad de recaída. Los anticuerpos utilizados en tratamientos de primera línea han alcanzado una reducción del 20% en las recaídas. Para el neuroblastoma eso es MUCHO. Volviendo a la intervención: nos ha costado tanto decidir si operar o no justamente por todas estas razones. De saber que con la cirugía Alejandro se curaría completamente, no habríamos tenido la menor duda. Una cojera no es nada comparado con la perspectiva de una vida sin cáncer, especialmente considerando que Ale solo tiene 4 años.
Sin embargo, como el neuroblastoma tiene tantas recaídas, el panorama cambia. Pueden extirpar el tumor hoy sin que nunca vuelva, o puede que vuelva en cuestión de semanas, meses o años en otro sitio, o probablemente en más de uno, que es lo que suele pasar. De ahí nuestro dilema. ¿Cabía la posibilidad de una intervención quirúrgica potencialmente mutilante sabiendo que el cáncer puede volver en cualquier momento? Es una decisión que nos ha vuelto literalmente locos. Finalmente, la semana pasada conseguí hablar con nuestra oncóloga que me dio su opinión desde un punto de vista puramente oncológico. Ella estuvo de acuerdo en que cualquier intervención que le dejara a Alejandro cualquier tipo de secuela permanente en la pierna o dolor severo crónico - textualmente "cualquier cosa que reduzca su capacidad de correr y saltar tal como lo hace ahora" - no era aceptable, dada la naturaleza de su cáncer. Claro, estar sin el tumor sería la mejor condición posible para someterse a la terapia de anticuerpos, pero si le fuera a costar una pierna, no saldría a cuenta en el cuadro general de las cosas. Eso me calmó en el momento porque sentí que nos estábamos rigiendo por criterios médicos y no solamente emocionales. Y luego nos comunicaron que podían extirpar el tumor sin secuelas permanentes importantes. Y ya hay fecha. Una montaña rusa emocional, vamos.
Sin embargo, como el neuroblastoma tiene tantas recaídas, el panorama cambia. Pueden extirpar el tumor hoy sin que nunca vuelva, o puede que vuelva en cuestión de semanas, meses o años en otro sitio, o probablemente en más de uno, que es lo que suele pasar. De ahí nuestro dilema. ¿Cabía la posibilidad de una intervención quirúrgica potencialmente mutilante sabiendo que el cáncer puede volver en cualquier momento? Es una decisión que nos ha vuelto literalmente locos. Finalmente, la semana pasada conseguí hablar con nuestra oncóloga que me dio su opinión desde un punto de vista puramente oncológico. Ella estuvo de acuerdo en que cualquier intervención que le dejara a Alejandro cualquier tipo de secuela permanente en la pierna o dolor severo crónico - textualmente "cualquier cosa que reduzca su capacidad de correr y saltar tal como lo hace ahora" - no era aceptable, dada la naturaleza de su cáncer. Claro, estar sin el tumor sería la mejor condición posible para someterse a la terapia de anticuerpos, pero si le fuera a costar una pierna, no saldría a cuenta en el cuadro general de las cosas. Eso me calmó en el momento porque sentí que nos estábamos rigiendo por criterios médicos y no solamente emocionales. Y luego nos comunicaron que podían extirpar el tumor sin secuelas permanentes importantes. Y ya hay fecha. Una montaña rusa emocional, vamos.
Además, como la cirugía está programada para el 2 de noviembre, y nos habían admitido en Greifswald para el día 1, hemos tenido que pedir una nueva fecha. Justo el viernes recibimos su respuesta y, si no hay más retrasos y la cirugía va bien - y lo hará, ¡tiene que hacerlo! - nos iremos a Greifswald el 28 de noviembre. Todo esto es alucinante. Aún no sabemos si nos subvencionarán o si tendremos que pagárnoslo todo, y lo más probable es que no lo sepamos hasta el último momento. De todas formas, las cosas vuelven a estar en marcha y eso sienta bien. Y también asusta. Así que lo dicho, un día a la vez. Centrémonos en el aquí y ahora. En las pequeñas cosas. Pasito a pasito llegaremos.
Me doy cuenta de que este es, probablemente, el post más largo, más disperso y más aburrido de todos, pero tenía mucha necesidad de publicarlo, así que gracias por escuchar y por aguantarme.
Me doy cuenta de que este es, probablemente, el post más largo, más disperso y más aburrido de todos, pero tenía mucha necesidad de publicarlo, así que gracias por escuchar y por aguantarme.
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