martes, 6 de diciembre de 2011

Confiar


Esto iba a ser un post rápido para Facebook, pero me parecía que se hacía demasiado largo…

Bien, esta noche y ayer a la tarde fueron muy duros.  Después de hablar sin parar durante unas cuatro horas (inducido por la morfina, me imagino), Alejandro dijo que estaba mareado, cerró sus ojos y se tumbó en la cama (en ese orden) y durmió durante 3 horas.  Al principio me preocupaba porque ha tenido dos episodios en el pasado donde le ha caído en picado la tensión arterial y su reacción fue la misma, así que fui a buscar una enfermera para que le mirara.  Su tensión estaba perfecta.  Era solo el cansancio por no haber dormido bien la noche anterior y el haber hablado sin parar durante tantísimas horas.  El chico en la cama de al lado estaba encantado de tener un entretenimiento tan divertido.

Sin embargo, cuando Ale se despertó unas tres horas más tarde, tenía un dolor intensísimo en su muslo derecho.  Por suerte, no se quejaba de ningún otro dolor, pero éste era tan increíblemente intenso que el pobre estaba completamente sobrecogido.  Sentí tan inútil viéndole sufrir tanto sin poder hacer más que abrazarle y decirle lo fuerte y valiente que es y que seguramente para mañana se encontraría mejor.  Lo único que quería era que le tuviera en mis brazos con una mano apretando fuertemente su muslo (sería como tener un calambre fuertísimo).  Todo esto- y más- es de esperar con este tratamiento con anticuerpos, pero saberlo no lo hace más fácil pasarlo.

Ahora duerme profundamente.  Ha estado durmiendo tranquilamente durante unas horas y rezo para que se haya marchado el dolor para cuando se despierte.  ¿Cómo se explica a un niño de cuatro años que esta medicina en realidad es buena para él?  Que el dolor forma parte del funcionamiento del medicamento.  Sin embargo, creo que sí entiende.  Le he pedido que confíe en mí.  Y para hacer eso, yo he tenido que confiar plenamente en los médicos y lo que hacen aquí.  Y lo he conseguido, lo cual es todo un logro porque es una cosa que no me sale con facilidad.  Es una sensación extraña.  Una que no he tenido en mucho tiempo.  Tal vez, en parte, es por el idioma.  El inglés de las enfermeras es limitada y mi alemán se puede resumir en “por favor, gracias, y ‘carne, no’”.  Así que, si no confío en ellos, me volveré más que loca y no seré de utilidad para nadie.  La confianza.  He pedido a Ale que confíe en mí, y yo, a la vez, he tenido que hacer lo mismo con los de aquí.  Es una sensación nueva que tendré que añadir a todas las otras que me está enseñando esta enfermedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario