miércoles, 5 de octubre de 2011

Noticias

Vale, ¿por dónde comenzar?  Tengo tal sensación de vértigo que he decidido ponerme ahora a escribir, a ver si me centro un poco.  Tuvimos hoy analítica y control en el hospital y era el día que teníamos que sentarnos con la oncóloga para hablar de las noticias que tuvimos de Alemania.  Sobre todo del hecho de que consideran allí que la lesión es operable.

Antes de ayer, los cirujanos de nuestro hospital se reunieron para mirar la última resonancia y ayer hablaron con la oncóloga para dar su impresión.  Pues, resulta que ellos también piensan que podrían operar.  No sólo estaría la cirujana que operó a Alejandro en Marzo, sino también el jefe de traumatología que parece que es experto en esta parte de la espalda, los nervios, etc.  Nos tenemos que reunir con ellos el martes para hablar de todos los detalles, pero si se decide seguir adelante, seguramente el jueves de la semana que viene, o el viernes como más tardar, Alejandro ya estará en el quirófano.  Uff.  Es una cirugía que tiene ciertos riesgos que casi prefiero explicar con más detalle el martes, una vez tomada la decisión.  Pero, en un principio hay dos cosas que podrían pasar.  Una neuropatía de por vida o acabar con el pie izquierdo "caído".  En el primer caso, si el riesgo es muy grande y la neuropatía tiene posibilidades de ser importante, me imagino que diremos que no queremos operar.  En el segundo, querríamos más detalles.  También, quiero pensar que existe la posibilidad de decirles que adelante, y dependiendo de lo que encuentran una vez allí, autorizar o no que sigan con la resección.  En este caso al menos conseguirían varias biopsias para al menos saber contra qué exactamente estamos luchando en este momento.

Ninguna es una decisión que tendrían que tomar jamás unos padres.  Qué comer, si se hace una actividad extraescolar o no, si se puede dormir en casa de un amigo o qué videojuego es apropiado.  Éstas son decisiones que me veo capacitada para tomar.  No si es mejor un dolor de ciática de por vida o un pie cojo a cambio de una resección completa de una lesión que podría, o no, crecer y extenderse.  Y luego, claro, todavía está Alemania.  Para darle la mejor oportunidad con este tratamiento con anticuerpos, es mejor afrontarlo con la menor carga de enfermedad posible.  Si esta cirugía podría devolverle a la "remisión", entonces ¿valdrá la pena, no? Pues, ahora no lo sé.  Cuando pensé que era imposible operarle, lo tenía todo muy claro.  ¡Ojalá se pueda operar!  Ahora, a la puerta de este momento, sólo me quedan dudas y más dudas.  Veremos lo que nos tienen que decir el martes.  Y que encontremos la tranquilidad y paz que hará falta para poder tomar la decisión correcta.

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